Sábado 11 Abril

SABADO DE PASCUA

• Evangelio: Marcos 16,9-15

" y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado "

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación."

Una vez más Jesús les urge a sus discípulos la fe en su resurrección

 

A lo largo de su ministerio en medio de ellos, les había prevenido sobre la forma como se sucederían los acontecimientos

 

La resistencia de los discípulos a aceptar esa revelación tiene suficientes testimonios en los mismos evangelios

 

Se entiende que no era fácil para aquel auditorio  el aceptar que el Mesías tuviera que pasar por esos episodios que resultaban bastante lejanos a las expectativas tan inmediatistas que se habían acostumbrado a adjuntarle a la figura del Mesías

Las actuaciones concretas de Jesús, la imagen que proyectó en todo momento adornada de tanta sencillez y humildad resultaba hasta escandalosa para aquellas mentes

 

Toda esa realidad tiene algún parecido con el reto que se presenta al creyente de cada época de la historia

 

Nosotros también hoy nos encontramos con muy grandes obstáculos a la hora de asumir nuestra adhesión firme e incondicional a la revelación del Jesús resucitado

La fe cristiana no es el fruto de un esfuerzo voluntarista del creyente. La fe es un regalo que el Señor nos brinda para ser aceptada o no aceptada por parte nuestra , e incluso para ser aceptada solo parcialmente

Nos corresponde una humilde actitud de apertura y de petición sincera para ser beneficiados con ese inestimable regalo de la fe.