Sábado 25 Abril
Evangelio: Marcos 16,15-20
"Proclamen el Evangelio a toda la creación"
"Proclamen el Evangelio a toda la creación"
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan al
mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean,
les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les
hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos." Después
de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba
confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Papa Francisco
Exhortación apostólica “La alegría del evangelio / Evangelii Gaudium” §19-23 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
Exhortación apostólica “La alegría del evangelio / Evangelii Gaudium” §19-23 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
“Vayan al mundo entero y proclamen el evangelio a
toda la creación”
La
evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: “Vayan y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que les he mandado” (Mt
28,19-20).
En estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado
envía a los suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de
manera que la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra.
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de “salida” que Dios quiere provocar en los creyentes.
Abraham aceptó
el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3).
Moisés escuchó el
llamado de Dios: “Ve, yo te envío” (Ex 3,10), e hizo salir al pueblo hacia la
tierra de la promesa (cf. Ex 3,17).
A Jeremías le dijo: “Adondequiera que yo te
envíe irás” (Jr 1,7)… y todos somos llamados a esta nueva “salida” misionera.
Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le
pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia
comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio.
La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo (cf. Lc 10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo…
Esa
alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto.
Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del
caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá.
El Señor dice: “Vayamos a
otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he
salido” (Mc 1,38)… Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia
salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las
ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para
todo el pueblo, no puede excluir a nadie.
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