Jueves 23 Abril
- Evangelio: Juan 6,44-51
" Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado."
En aquel tiempo, dijo Jesús
a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha
enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas:
"Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el
Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el
que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene
vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Los padres de ustedes comieron en el
desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el
hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el
que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para
la vida del mundo."
Esta vez vamos a dejarnos guiar por San Agustín en su comentario a Juan y en su Sermón 136, para que nos ilumine:
Para enseñarnos
que el mismo creer es don y no merecimiento, dice: Les dije que nadie puede venir a mí, sino aquel a quien
se lo conceda el Padre….No dijo: «Si no lo guía, sino atrae». Esta
violencia se hace al corazón, no a la carne. …No piensen que se trata de una violencia gruñona y
despreciable; es dulce, suave; es la misma suavidad la que atrae. Cuando la oveja tiene
hambre, ¿no se la atrae mostrándole hierba?
Creer es llegar. En efecto, a aquel
que está en todas partes, no se va navegando, sino amando. No
obstante ello, también en este viaje del amor hay frecuentes remolinos y
borrascas de múltiples tentaciones. Cree en el crucificado, para que tu fe
pueda subirse al leño. No te sumergirás; el leño te llevará al
puerto. Así, así navegaba entre las olas de este siglo quien decía: Lejos
de mí el gloriarme en otra cosa, a no ser en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo (Gál 6,14).
Dame un corazón amante y
comprenderá lo que digo
Si te das cuenta, se
ha dicho aquí: Nadie viene a
mí, si no lo atrae mi Padre (Jn
6,44). …«No sólo te atrae con libertad por tu parte, sino incluso con placer».
¿Qué significa ser atraído con placer? Pon
tus delicias en el Señor y él te dará lo que le pide tu corazón (Sal 36,4).
Hay también cierto placer del
corazón, al que resulta dulce aquel pan celestial. Si el poeta pudo decir:
«Cada cual se siente atraído por su placer» (VIRGILIO, Églogas 2); no por la necesidad, sino por el
placer, no por la violencia, sino por el deleite, ¿con cuánta mayor razón
debemos decir que es atraído a Cristo el
hombre cuyo deleite es la verdad, la felicidad, la justicia y la vida
sempiterna, todo lo cual es Cristo?
Dame un corazón anhelante, un
corazón hambriento, que se
sienta peregrino y sediento en este desierto, un corazón que suspire por la
fuente de la patria eterna, y comprenderá lo que digo.
Vean que Pedro fue atraído
y atraído por el Padre. Dichoso
tú, Simón hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos (Mt
16,16-17). Esta misma revelación es en
sí una atracción. Muestras un ramo verde a una oveja y la atraes; muestras
nueces a un niño y lo atraes; se le atrae al lugar a donde corre; se le atrae
mediante lo que ama, se le atrae sin violencia corporal alguna; se le atrae con
la cuerda del amor.
¿Dónde tendrá lugar esto? Allí tendrá lugar de forma mejor, más
verdadera y más plena. Aquí, aunque nos sostenga la esperanza, nos es más fácil
sentir hambre que saciarla. Dichosos, dice, los que tienen hambre y sed de
justicia, pero aquí abajo; por que serán saciados, pero allí arriba. Por esto, ¿qué
añadió después de decir: Nadie
viene a mí si no lo atrae mi Padre, que me envió? Y yo lo resucitaré en el
último día (Jn 6,44). Yo le
doy lo que ama, le doy lo que espera; verá lo que creyó sin ver; comerá aquello
de que está hambriento y será saciada su sed. ¿Dónde? En la resurrección de los
muertos. Yo lo resucitaré en
el último día.
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