- Viernes
14 agosto
- Juan
14,7-14
"Quien me ha visto a mí ha visto al Padre"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre. Ahora ya lo
conocen y lo han visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre
y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con ustedes, ¿y
no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices
tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Lo que yo les digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mí, hace sus obras. Crèanme: yo estoy en el Padre, y el Padre en
mí. Si no, crean a las obras. Les lo aseguro: el que cree en mí, también él
hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que
pidan en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré."
Una declaración nítida de la condición
divina de Jesús y de la unión del
Hijo con el Padre en la Santísima Trinidad
Todos tenemos un
pre-concepto
de Dios según el cual Dios es infinitamente grande,
poderoso, inaprensible, etc. Jesús con su apariencia tan igual a la nuestra nos
presenta una imagen de Dios que rechaza nuestra sensibilidad espectacularista
Quiere decir que nuestro preconcepto
de Dios no era el adecuado.
Dios sigue siendo todo lo infinitamente grande, sabio, inaprensible, poderoso,
pero todo eso contenido en la aparente pequeñez de Jesús
La duda de Felipe la compartimos también nosotros, pero nos dejamos sorprender por Jesús y dejamos caer nuestros
preconceptos. La grandeza de Dios le permite el encarnarse en uno como nosotros y se deja contener en la humanidad de Jesús
A lo largo de la historia nos
ha costado mucho aceptar ese
misterio de la divinidad de
Jesús.
Las primeras herejías
son justamente sobre la condición divina de Jesús:
a todas estas herejías les cuesta reconocer la condición totalmente humana y
totalmente divina de Jesús: arrianismo, docetismo , gnosticismo
ebionismo, nestorianismo, etc.
Otras veces sin caer en la herejía
completamente, hemos cultivado una imagen de Jesús, o enriquecido con una
realeza exagerada,
o una condición exclusivamente humana de
líder político o filantrópico, etc.
Es que para aceptar la condición
humana y divina de Jesús hay que renunciar
a todos nuestros preconceptos de Dios y humildemente dejarnos sorprender por el
Dios
de la debilidad, y la vulnerabilidad que se muestra
en Jesús
Nos aferramos con la ayuda
de Dios a repetir la fórmula del credo niceno
constantinopolitano:
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación, bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre.
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación, bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre.
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