Miércoles 12 agosto
" si
dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi
Padre del cielo. "
Les aseguro que todo lo que aten en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará
desatado en el cielo. Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de
acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque
donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos."
Jesús aquí vuelve a motivarnos para la
oración de petición
Lo significativo es que nos asegura
que nuestro Padre nos
va a dar lo que pidamos
En otra parte nos había dicho:”Pidan y recibirán, busquen y encontrarán”
(Mateo 7,7)
Nos preguntamos una vez más: Si Jesús
quiere darnos algo, ¿por qué nos dice que debemos
pedirlo? Lo lógico sería que nos lo dé y se acabó.
Pues, no
es así. El hecho de pedir tiene toda una lógica
en favor nuestro. El pedir nos hace reconocer nuestra carencia. Nos hace
ejercitar nuestra confianza en él. Y nos hace poner todas nuestras energías
en función de lo que estamos pidiendo
Todo eso hace que cuando pedimos con esa fe,
casi que ya empezamos a disfrutar de lo que pedimos
Pero en esta ocasión Jesús nos invita
a pedir en compañía
de otros. Jesús quiere que cultivemos el sentido comunitario
en nuestra oración y nos afirma que cuando estamos reunidos en su nombre allí está
él en medio de nosotros
Bella forma de motivarnos a vivir
nuestra experiencia religiosa comunitariamente
Esta dimensión comunitaria es algo esencial
y nuclear en nuestra experiencia religiosa.
Lamentablemente
no hemos ahondado mucho en esta dimensión. Por eso
aun cuando vivimos experiencias religiosas junto con otros las vivimos “individualistamente”. No hay sino que
ver cómo buscamos los últimos
y más aislados puestos en nuestras
eucaristías y nos mantenemos distantes
e indiferentes de las personas que no conocemos
Esa dimensión comunitaria consiste en
cultivar lazos de unión
y compromiso
con los otros con los que compartimos
una misma fe
Se trata de comportarnos como “amigos
en el Señor” con aquellos con los que
participamos en las expresiones colectivas. El “abrazo de la paz”, que realizamos
tan friamente,
debería ser una expresión del grado de cercanía
al que llegamos en nuestras eucaristías
Hagamos en este momento el propósito de cultivar una cercanía mayor con
las personas con las que celebramos nuestros sacramentos
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