Jueves 13 agosto
Mateo 18, 21
"No te digo que perdones hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete"
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y
preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo
que perdonar? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contesta: "No te digo
hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de
los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al
empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no
tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus
hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus
pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo."
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la
deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que
le debía cien denarios y, agarrándolo, lo extrangulaba, diciendo: "Págame
lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba,
diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y
fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al
ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda
te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes
mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."
Cuando acabó Jesús estas palabras,
partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Maravillosa esta
lección que nos deja hoy el Señor referente a la importancia del perdón. Las
palabras de Jesús evocan la frase del Padre Nuestro “perdónanos,
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”(Mateo 6,12)
Para este momento ya existe una argumentación hasta científica que afirma el valor terapéutico del
perdonar. El que no perdona mantiene dentro de sí un virus activo que lo
envenena. En cambio el que perdona, como dicen los estudios, se libera
de esos virus contaminantes
Pero para nosotros la argumentación a favor del perdón
arranca desde el mismo ejemplo dado por Jesús desde la misma cruz en la que está
siendo injustamente asesinado
Y la fe en nuestro Dios nos presenta a ese Dios
perdonándonos permanentemente una vez que manifestamos nuestro
arrepentimiento
Dios perdona porque Dios conoce lo profundo de nuestras vidas. ÉL sabe por qué
fallamos. Él sabe que existen atenuantes algunas veces muy grandes que nos quitan
responsabilidad en nuestro actuar
Pero perdonar no solo es buscar los atenuantes que limitan
la responsabilidad del que nos ha ofendido. Perdonar es ponerse a la altura del mismo Dios y desarticular el círculo de la violencia por una acción
inesperada y pagar bien por mal contra toda lógica humana
Así actúa Dios que nos perdona incluso antes de que nos arrepintamos. (2 Sam.12,13)Dios conoce nuestra miseria y sabe que
incluso responsablemente somos capaces de fallar
El perdonar se hace difícil cundo hay reincidencia
en el que nos daña. Por eso Jesús sale al frente y dice que hay que perdonar
“setenta veces siete” o sea: siempre
Ese “siempre” cuesta mucho porque nos parece que
denota una debilidad ante el agresor.Pero Jesús sabe que ese
“siempre” es el mecanismo que puede debilitar la agresividad ajena y descubrir la nobleza infinita
del perdón
Esa es la manera de perdonar de Dios “un corazón
contrito, Señor , tú no lo desprecias”. Por eso podemos confiar
“setenta veces siete”, o sea siempre en el perdón del Señor.
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