Martes 18 agosto
Mateo 19,23-30
" El que por mí deja casa, hermanos o hermanas,… y heredará la vida eterna. "
" El que por mí deja casa, hermanos o hermanas,… y heredará la vida eterna. "
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de
los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una
aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Al oírlo, los discípulos
dijeron espantados: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les
quedó mirando y les dijo: "Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede
todo." Entonces le dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y
te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?" Jesús les dijo: "Les aseguro:
cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su
gloria, también ustedes, los que me han seguido, se sentarán en doce tronos
para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o
hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y
heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán
primeros."
Las palabras de Jesús no siempre son
para tomarlas literalmente
sino para encontrarles un significado
más general que algunas veces es más
exigente.
Dejar padres y hermanos no siempre es
posible en términos literales pero sí es posible en términos de anteponer
el Reino a esas vinculaciones tan naturales.
Ya Jesús lo dice antes “estos son mi
madre y mis hermanos” (Lucas 8,21) La pertenencia
al Reino genera una nueva
familiaridad que supera
la familiaridad natural.
Como también cuando Jesús dice en Mateo 10, 21-22 “un hermano denunciará a su
hermano...ustedes serán aborrecidos por causa de mi nombre” .Lo que quiere
decirnos el Señor es que la nueva realidad
del Reino supera las vinculaciones naturales.
Y eso tendría que ser así para que el
Reino muestre toda su radicalidad.
Nos toca a nosotros examinar hasta qué punto ha calado en nosotros la
radicalidad del Reino como para poner entredicho las vinculaciones naturales.
Jesús nos dio su ejemplo desprendiéndose
de esas vinculaciones para privilegiar los vínculos nuevos propiciados por el
seguimiento de la voluntad de Dios y su Reino.
Eso no significa en lo más mínimo un rechazo
de parte de Jesús hacia nuestras vinculaciones familiares que solo
se desvanecen cuando nos ponen en
contradicción con el Reino. En
otra parte nos dice que el que trata con desprecio a un hermano merece juicio
(Mateo 5,22). Y que cuando vas a poner
tu ofrenda si recuerdas que tienes deuda con tu hermano, resuelve primero esa
deuda y luego pon tu ofrenda (Mateo 5,24).
De modo que lo que tenemos que examinar
hasta qué punto estamos entregados
a la entronización del Reino en nuestras personas como para soportar
algún tipo de rechazo de nuestra gente más cercana y seguir adelante privilegiando
el Reino de Dios.
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