Sábado 8 agosto
Mateo 17,14-20
"Si tuvieran fe, nada les sería imposible"
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un
hombre, que le dijo de rodillas: "Señor, ten compasión de mi hijo, que
tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua.
Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo." Jesús
contestó: "¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar
con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? Tráiganmelo." Jesús
increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y
le preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les
contestó: "Por su poca fe. Les aseguro que si fuera su fe como un grano de
mostaza, le dirían a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada les
sería imposible."
Esta vez el texto evangélico nos
orienta a seguir reflexionando sobre la fe.
Las repeticiones de
estas reflexiones son sumamente provechosas porque nos encontramos con aspectos
que quizá en un primer momento no habíamos tomado en
cuenta
Jesús nos dice algo que lleva al culmen su motivación sobre lo que significa tener fe. Nos acaba de decir que si tuviéramos fe
comparable a un ”grano de mostaza” podríamos decirle a una montaña que se
moviera de donde está y se movería…
Más atrevido, Jesús , imposible.
De inmediato pensamos en sus milagros maravillosos y pensamos que serían el producto de su fe en
Dios. Gracias
a su fe pudo hacer lo que hizo ¿verdad?
Qué suerte tan extraordinaria tenemos los
seres humanos que podemos hacer cosas tan extraordinarias solo con tener
la fe que produzca esos frutos.
“Nada les sería imposible”. Lo dice el mismo Jesús. No son inventos de un predicador
entusiasmado…!
El problema que se nos presenta tiene que ver con la capacidad de poseer una fe tan extraordinaria como la que se nos pide. Los mismos
discípulos de Jesús estando, como estaban, presenciado y protagonizando los milagros
del Señor, cuando tienen la oportunidad de hacer efectiva su fe, no llegan. Son tan deficientes que no logran sacar un demonio de aquel epiléptico
y se llevan su regaño de Jesús
Es digno de consideración también el hecho de la indignación y de impaciencia de Jesús cuando se queja que esta
generación sea tan incrédula. “Hasta cuándo los tendré que soportar…”
Si así se expresa Jesús de aquella
gente, que por lo menos pedía con fe a Jesús y le “arrebataba” esos milagros, ¿
que nos podrá decir a nosotros,
que ni siquiera esperamos esos milagros de
él y hasta nos permitimos dudar de los milagros de
los que nos hablan
los evangelios?
Realmente, en lo que respecta a la fe
que espera y desea Jesús de nosotros, estamos aún en los
comienzos. Una vez más nos toca decirle: “Señor , creo, pero aumenta mi fe”
Me
atrevo a decir que en lo que respecta a la fe que Jesús motiva, estamos
ante un misterio extraordinario
del que solo podemos balbucir algunas palabras sin entenderlo todo
Y me atrevo aún más, a señalar, que
si en todo el Universo en todos y cada uno de sus detalles macro y
microscópicos, apenas nos ponemos a investigar e indagar, nos encontramos con
que todo es una infinidad de milagros que
permiten que esto exista
y progrese. ¿Cómo no vamos a confiarnos en las
manos milagrosas del Señor y esperar sin ninguna reserva en
que se seguirán dando esos milagros si los
pedimos con fe?
Porque también
hay que tener en cuenta aquello
de que “No se cae en tierra un pajarillo sin
la voluntad del Padre… Hasta los cabellos
de su cabeza están
contados” MATEO 10, 29
Viene a cuento la frase de Ignacio de
Loyola:” Hacerlo todo como si todo dependiera de nosotros, pero esperar todo como si todo dependiera de él”.Aun
así, queda sin comprender completamente
el milagro de la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario