Sábado
29 agosto
Lucas
9,22-25
"El que pierda su vida por mi causa la salvará"
"El que pierda su vida por mi causa la salvará"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por
los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer
día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se
niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que
quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la
salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se
perjudica a sí mismo?"
Jesús presenta las pautas para el
que quiere seguirle. Se trata nada menos que de ofrecer la propia vida
Seguir a Jesús no es cuestión de tener una simple
simpatía
hacia él. Se trata de
entronizarlo en nuestra vida como el absoluto, por encima de cualquier otra realidad
Ante esta proclama nos toca revisar nuestra propia relación con Jesús para verificar
si Jesús ocupa esa centralidad en nuestra vida como para sentir que nuestra propia vida la
estamos perdiendo por él
Recordamos aquí la frase de Pablo"Lo
que eran para mi ganancias, a causa del Mesías las he considerado una pérdida; más
aún, incluso considero que todo es una pérdida por la enorme ventaja del
conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por quien sufrí la pérdida de todo, y
considero todo basura a fin
de ganar a Cristo, ..." (Fil. 3,8-9)
Es una actitud
tremendamente radical. ¿Estamos todos llamados
a plantearnos una situación igual a la de
Pablo?
Parece que sí. Parece que
este es el desenlace de todo encuentro sincero
con Jesucristo
Y no hemos de considerarlo
como una fatalidad sino como un desenlace feliz. Lleno
de sentido y sinónimo de una felicidad insospechada
Esta es la santidad a la
que todos estamos llamados. No hay términos medios.
Es la amistad que lleva al sumergirse en el misterio de Cristo
sin mirar para atrás
Nos asusta porque creemos
que esto nos haría olvidar todo lo demás, todo eso que Pablo llama “perdida”,
“basura”, pero no es así. Esa
realidad nuestra debe seguir viviendo, pero sometida al protagonismo de Jesús
en nuestras vidas
Esa es la verdadera
conversión
Y la llamada es para todo cristiano:
no hay distinciones de religiosos
y no religiosos, de sacerdotes y no sacerdotes, de célibes y no célibes, de contemplativos y no contemplativos. LA
LLAMADA ES PARA TODOS.
Así se cumpla aquello de
que Jesús es el camino, la verdad y la VIDA…”el que
me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14, 6,sig)
¿SI ÉL ES EL CAMINO , LA
VERDAD Y LA VIDA ¿A DÓNDE VAMOS A IR?
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