Martes 10 Marzo

Evangelio: Mateo 18,21-35
"Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará"

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

La consideración  del PERDÓN desde la  perspectiva religiosa y concretamente desde el cristianismo de Jesús de Nazareth, tiene a su favor innumerables  argumentos  que lo sitúan como una actitud insustituible en la experiencia religiosa

Vamos esta vez a tratar de validarlo desde otra perspectiva como es la perspectiva psicológica y clínica

 

En los últimos años la psicología ha estudiado los efectos terapéuticos de la experiencia del perdón que, evitando la perspectiva religiosa, nos han ofrecido su evaluación altamente positiva. Lo primero que haremos es ubicarnos en la definición de perdón que utiliza una de estas corrientes sicológicas

 

La definición pertenece a Worthinton (1998,p.108.)y caracteriza el perdón como una motivación para reducir la evitación o el distanciamiento de una persona que nos ha herido así como la rabia, el deseo de venganza y la urgencia para tomar represalias contra ella.

 

Este perdón es “completo” desde el punto de vista de esta corriente, cuando se desea abandonar el derecho al resentimiento, al juicio negativo y a la conducta indiferente hacia el agresor

Esta perspectiva incluso contempla fomentar las cualidades de la compasión, la generosidad e incluso el amor hacia esa persona que nos ha herido injustamente

 

La persona que perdona, dentro de este concepto, no busca nada para sí de parte del agresor

 

No se ignora, dentro de esta perspectiva, el riesgo a que una actitud de perdón incite a una reincidencia de parte del agresor, o a mostrar una vulnerabilidad en la víctima. Estos riesgos no disminuyen, aunque pueden condicionar, el efecto mental saludable del perdón.

 

Los propulsores de esta estrategia terapéutica dan mucho importancia a lo que llaman “cultivar una relación de empatía” con el agresor que , sin negar en ningún momento la realidad del daño, intente conocer los condicionamientos concretos del agresor

 

Los efectos terapéuticos de esta actitud los resumiríamos diciendo que los estudios en los que se apoyan llegaron a verificar estadísticamente que los niveles de perdón correlacionan positivamente con indicadores de salud mental y con incremento en la autoestima y la esperanza

 

Todos estos hallazgos y muchos otros de este campo, no hacen sino reafirmar la razón que asistía a Jesús para invitarnos a perdonar “setenta veces siete”.