Martes 24
marzo
35 años del asesinato de San Romero de América
- Evangelio: Juan 8,21-30
"Cuando levanten al Hijo del hombre, sabrán que yo soy"
En aquel tiempo, dijo Jesús a
los fariseos: "Yo me voy y me buscarán, y morirán por su pecado. Donde yo
voy no pueden venir ustedes." Y los judíos comentaban: "¿Será que va
a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no pueden venir
ustedes"?" Y él continuaba: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy
de allá arriba: ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón
les he dicho que morirán por su pecados: pues, si no creen que yo soy, morirán
por sus pecados." Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les
contestó: "Ante todo, eso mismo que les estoy diciendo. Podría decir y
condenar muchas cosas en ustedes; pero el que me envió es veraz, y yo comunico
al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les
hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levanten al Hijo del
hombre, sabrán que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo
como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado
solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto,
muchos creyeron en él.
“Cuando levanten al Hijo del
hombre…”.Jesús se refiere al hecho de la crucifixión que
significaba el ser colocado expuesto en lo alto de
la montaña
del Gólgota
Jesús relaciona
el hecho de ser crucificado , o sea, de su “fracaso” y dolor humano más cruel,
con el hecho de “saber
quién es él”
Esta interpretación que hace
Jesús de su muerte como prueba de su condición verdadera transforma completamente
las visiones de
Dios más conservadoras
Nosotros siempre pensamos
a Dios como relacionado con el triunfo, la
destrucción de sus enemigos, con el poder.
Sin embargo, Jesús plantea
las cosas de una manera absolutamente diferente. Ese Dios
omnipotente y vengativo no
es el Dios de Jesús
El Dios de Jesús se identifica con
el sufrimiento y debilidad del
ser humano
Por eso Jesús desde su situación
de debilidad en
la cruz,
recibe el apoyo incondicional de Dios que lo resucita y de la
humanidad que lo convierte en el centro de
su adhesión
La similitud entre la suerte de Jesús y de Mons.Romero resulta evidente...!
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