Viernes 6 marzo
- Evangelio: Mateo 21,33-43.45-46
"Éste es el heredero: vengan, lo mataremos"
En aquel
tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la
rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la
arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la
vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le
correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno,
mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que
la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo,
diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver
al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: vengan, lo matamos y nos quedamos
con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo
mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos
labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos
malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a
sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No han leído nunca en la Escritura:
"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es
el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso les digo
que se les quitará a ustedes el reino de Dios y se dará a un pueblo que
produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus
parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano,
temieron a la gente, que lo tenía por profeta.
Jesús en esta
parábola hace la descripción alegórica de la
forma como en realidad se dieron los
acontecimientos referidos a su misión.
Su misión fue
antecedida desde tiempos muy
tempranos por enviados que intentaron purificar esas
expectativas del pueblo sobre una futura irrupción del Señor en
la historia
La suerte que
esos enviados, profetas, sufrieron, fue prácticamente una copia fiel
del comportamiento de los siervos de la parábola
La alegoría llega a
su culmen con el envío del hijo del propietario
que , evidentemente, representa al envío del mismo Jesús por parte de Dios
La suerte del Hijo es
la misma que la suerte del hijo del propietario en la parábola
Dada la condición emblemática que tienen todas
las actuaciones de Jesús, que se van reproduciendo a lo largo de la
historia con otros personajes,
tenemos que mantenernos alertas para descubrir en cada momento a
los enviados del Señor
El Señor no abandona a su pueblo y sigue enviándonos voces que conducen por el
verdadero seguimiento de
Jesús, cuya memoria ha sido tantas y tantas veces tergiversada
Un criterio para
identificar la idoneidad del enviado del Señor es la forma como ese
enviado se decanta a favor de los pobres, pecadores, rechazados por el estatus a
ejemplo del mismo Jesús.
Que Él mismo se encargue de hacérsenos visible en sus profetas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario