Sábado 28 Febrero
Evangelio: Mateo 5,43-48
"Sean perfectos como su Padre celestial"
"Sean perfectos como su Padre celestial"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes han oído que se dijo:
"Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo:
Amen a sus enemigos, y recen por los que los persiguen. Así serán hijos de su
Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda
la lluvia a justos e injustos. Porque, si aman a los que los aman, ¿qué premio
tendrán? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludan sólo a sus
hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los
gentiles? Por tanto, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto."
La invitación que nos hace Jesús es tremendamente exigente. Nos invita a ser
perfectos y la medida es nada menos que la perfección del Padre
Inmediatamente traemos la mirada a nuestra persona y
nos encontramos con tantas “imperfecciones” que nos parece
que la invitación es más bien frustrante
Si lo que entendemos por perfección es lo que
entendía la ética estóica o cualquier
otra ética de las normas y virtudes, realmente vemos que es un ideal inalcanzable. Nunca podremos
mantenernos por mucho tiempo en una estricta observancia de todas y cada una de las virtudes. Esto
además nos suena a poco humano.
Pero la perfección a la que nos invita Jesús es otra cosa. El camino a esa perfección
va en la dirección de ser eximios en el amor a los demás
Y no es que esto sea menos exigente, pero esto va en la línea de hacernos más plenamente humanos
Y Jesús nos invita a imitar al Padre que hace salir el sol para buenos y malos. Por eso esa perfección
tiene que ver con un amor que supere el automatismo
de amar solo a los que nos aman y que nos impulse a querer a nuestros enemigos y a desear sobre ellos la
protección de Dios.
Es maravilloso que para Jesús la perfección del Padre
reside en su misericordia. Misericordia que
le hace favorecer a buenos y malos. Justos y pecadores
Y más maravilloso aún que Jesús nos invite a
imitar esa perfección del Padre en el ejercicio de ese amor que supera todas las limitaciones , incluso las que se engrandecen cuando hay una enemistad
El Papa Francisco en la Exhortación “El Gozo del Evangelio” dice
en el No.37 ,citando a Santo Tomás: Por ello explica que, en cuanto al obrar
exterior, la misericordia es la mayor de todas las virtudes: «En sí
misma la misericordia es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece
volcarse en otros y, más aún, socorrer sus deficiencias. Esto es peculiar del
superior, y por eso se tiene como
propio de Dios tener misericordia, en la cual resplandece su
omnipotencia de modo máximo»[41].
Del mismo documento en el No.39 nos
dice Francisco: queda claro que la predicación
moral cristiana no es una ética estoica,
es más que una ascesis, no es una mera
filosofía práctica ni un catálogo de pecados y
errores. El Evangelio invita ante todo a responder
al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de
nosotros mismos para buscar el bien de todos.
Y termina el No.39 diciendo: Si esa
invitación no brilla con fuerza
y atractivo, el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en
un castillo de naipes, y allí está nuestro peor peligro. Porque no
será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que
proceden de determinadas opciones ideológicas.
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