sábado, 21 de febrero de 2015



Domingo 22  Febrero
Evangelio: Marcos 1,12-15
"Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios "

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse  y crean en el Evangelio."
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“Conviértanse”. Pocas cosas han hecho tanto daño a la Revelación de Jesús, como la interpretación equivocada  de esta expresión.
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La llamada de Jesús a la Conversión se ha interpretado como una exhortación moralista: un arrepentimiento de los pecados cometidos para alcanzar a cambio un perdón de parte de Dios.
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Esta interpretación deja intacto el esquema estereotipado de las religiones que es justamente lo que viene a desenmascarar y a superar la revelación de Jesús
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Si esta “conversión” se refiriera solo a una purificación moral de nuestros pecados basada en la corrección de desviaciones puntuales no habría hecho falta que todo un Dios  se encarnara e irrumpiera en nuestra historia.
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Habrían bastado los múltiples profetas que hicieron estas cruzadas en el pueblo de Israel a lo largo de los siglos. Los resultados habrían seguido repitiéndose.
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Como lo hemos dicho en varias ocasiones, lo lamentable es que esa interpretación moralista y de maquillaje, fue la que a lo largo de la historia bimilenaria del cristianismo terminó por imponerse, y es la religiosidad en la que nacimos todos nosotros
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El reto permanente de la fe cristiana sigue siendo el de desentrañar el meollo de la revolución interior y exterior que Jesús viene a proponer
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Las palabras y acciones de Jesús nos dejaron  unas pistas contundentes: Esa revolución interior y exterior tiene que ver con el único camino que se le ofrece al ser humano para entrar en el misterio de Dios que es el amor radical  y efectivo a los otros seres humanos
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La otra novedad de esta revolución de Jesús tiene que ver con la imagen de Dios que nos revela Jesús caracterizado por la misericordia y el amor frente a la imagen justiciera y egocéntrica de la imagen que ofrecen las religiones.

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