sábado, 14 de febrero de 2015



Domingo 15 Febrero 2015
Evangelio: Marcos 1,40-45

"La lepra se le quitó, y quedó limpio"
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés." Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
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El enfermo de lepra en aquel contexto social y religioso, padecía, por un lado la inclemencia física de aquel mal, y por otro, la segregación y rechazo de toda la sociedad al ser diagnosticada la enfermedad como una señal de la maldición divina
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Esa consideración de la lepra como señal de un castigo divino, era apoyada por las mismas escrituras sagradas que se ensañaban contra los que padecían este mal
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Cualquier contacto con una persona leprosa convertía en impuro al que tenía ese contacto. Tocar a un leproso era algo impensable para un fiel de la religión judía
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Estas consideraciones son absolutamente importantes para dimensionar la forma extraordinariamente inédita como actúa Jesús en esta ocasión
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La misma forma como se aproxima el leproso a Jesús denota la minusvalía  que sufre el enfermo: “Si quieres, puedes limpiarme”. Casi no se atreve a pedir el milagro
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Jesús, “ Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó” Quien haya tenido ante sus ojos el espectáculo de una persona afectada por ese mal , sabe lo que significa ese “y lo tocó
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Quiero, queda limpio”. En esta manifestación de la voluntad de Jesús de limpiar todas las huellas del sufrimiento humano, debemos ubicar nuestras propias penas y dolores.
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“La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio”. Qué admirable el desenlace de esta desgracia. Ese es nuestro Dios: aliado incondicional de los que sufren…!
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“…y aun así acudían a él de todas partes” Y seguiremos acudiendo de todas partes. “ ¿Y a dónde vamos a ir, si tú tienes palabras de vida eterna?”

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