Miércoles 22 julio
FE Y RELIGION II
Juan 6:38-40
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y
esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que El me ha dado yo
no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40 Porque
esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en
El, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.
En este párrafo Jesús nos da líneas de comprensión de la voluntad de Dios: En lo
que respecta a El mismo, la voluntad de Dios
es que El no pierda a ninguno de los que le fueron encomendados ,que podemos
suponer que fuimos todos
Y en lo que respecta a nosotros, la voluntad del
Padre es que todo el que cree en el Hijo, tenga la
vida eterna. Una hermosísima revelación que nos llena de un profundo consuelo
Pero aún nos queda la pregunta al
aire: Cuál es la voluntad de Dios para mí.¿ Qué
quieres Tú, Señor que yo haga con mi vida ?
Se debe salir de la idea de que
Dios tiene un plan secreto para mí que yo debo
descubrir a base de indagaciones e investigaciones especialmente complicadas
Desde el momento mismo en el que la
humanidad pudo tener en Jesús de Nazareth el prototipo del ser humano en el que
el Padre tiene “todas sus complacencias”, queda disipada toda
incertidumbre como planteamiento general: el seguimiento de Jesús es la voluntad de
Dios para cada uno de sus hijos
Aquí se impone de nuevo la
distinción entre “seguir a Jesús” con una actitud de “religión “ o seguir a
Jesús con una actitud de “fe”. En el primer caso se trataría de buscar las normas y preceptos que la religión cristiana considera
como obligatorias en este tipo de experiencias
Pero cuando uno se pone en serio a
seguir a Jesús con actitud de fe profunda y no
solo de cumplimiento religioso, uno puede ir descubriendo qué realidades
concretas específicas debe atender cada uno de sí mismo y de los demás como
manera de concretar el deseo de Dios sobre cada uno de nosotros. Pero esto no
son secretos ni adivinanzas. Esto brota de la misma realidad y de la fe
mientras estemos abiertos a cumplir su voluntad
y no nos cerremos ni huyamos de las exigencias
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