Jueves 2 Julio
Evangelio: Mateo 9,1-8
"La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad"
"La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad"
En aquel
tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le
presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían,
dijo al paralítico: "¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados."
Algunos de los escribas se dijeron: "Éste blasfema." Jesús, sabiendo
lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir:
"Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y
anda"? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en
pie, coge tu camilla y vete a tu casa."" Se puso en pie, y se fue a
su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los
hombres tal potestad.
El
paralítico del episodio evangélico es un hombre hundido en la
pasividad. No puede moverse por sí mismo. No habla
ni dice nada. Se deja llevar por los demás. Vive atado a su camilla, paralizado por una vida alejada de Dios,
el Creador de la vida.
Por el contrario, cuatro vecinos que lo quieren de verdad se movilizan con todas sus fuerzas para acercarlo a Jesús. No se detienen ante ningún obstáculo hasta que consiguen llevarlo a «donde está él». Saben que Jesús puede ser el comienzo de una vida nueva para su amigo.
Jesús capta en el fondo de sus esfuerzos «la fe que tienen en él» y, de pronto, sin que nadie le haya pedido nada, pronuncia esas cinco palabras que pueden cambiar para siempre una vida: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Dios te comprende, te quiere y te perdona.
Se nos dice que había allí unos «escribas». Están «sentados». Se sienten maestros y jueces. No piensan en la alegría del paralítico, ni aprecian los esfuerzos de quienes lo han traído hasta Jesús. Hablan con seguridad. No se cuestionan su manera de pensar. Lo “saben todo ”acerca de Dios: Jesús «está blasfemando».
Jesús no entra en discusiones teóricas sobre Dios. No hace falta. El vive lleno de Dios. Y ese Dios que es sólo Amor lo empuja a despertar la fe, perdonar el pecado y liberar la vida de las personas. Las tres órdenes que da al paralítico lo dicen todo: «Levántate»: ponte de pie; recupera tu dignidad; libérate de lo que paraliza tu vida. «Coge tu camilla»: enfréntate al futuro con fe nueva; estás perdonado de tu pasado. «Vete a tu casa»: aprende a convivir.
No es posible seguir a
Jesús viviendo como «paralíticos» que no saben como salir del inmovilismo, la inercia o la
pasividad. Tal vez, necesitamos como nunca reavivar en nuestras comunidades la
celebración del perdón que Dios nos ofrece en Jesús. Ese perdón puede ponernos
de pie para enfrentarnos al futuro con confianza y alegría nueva
No hay comentarios:
Publicar un comentario