Miércoles 6 Mayo
Juan 15,1-8
"El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante"
"El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante"
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi
Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo
el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por
las palabras que les he hablado; permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el
sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes,
si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece
en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego
los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que deseen, y se realizará. Con esto recibe
gloria mi Padre, con que den fruto abundante; así serán discípulos míos."
En ésta parábola
Jesús nos describe en forma muy gráfica y fácil de entender lo que está en juego cuando le
permitimos a él promover en nosotros una intimidad que nos hace
“permanecer en él”. Permanecemos en él cuando amamos a Dios y al prójimo como él
Nos acompaña para esta reflexión
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.
YO SOY LA VERDADERA VID Y MI PADRE ES EL VIÑADOR.
Jesús
dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Jesús
se presenta como la verdadera vid. Es vid verdadera en cuanto se trasladan a
él, en el orden espiritual, las propiedades de la vid. Al Padre se lo
representa como el que trabaja esta viña: el viñador. Lo que aquí se quiere
expresar es que Jesús, Dios-hombre, influye
directamente, por la gracia, en los sarmientos. El
Padre, en cambio, es el que tiene el gobierno y
providencia exterior de la viña.
2. PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO EN USTEDES
El tema central es la necesidad de estar unidos a Jesús; “Permanezcan en mí, como Yo
permanezco en ustedes”. Pero hay
dos modos de estar unidos a Jesús.
Un
modo es por la fe, bautismo, pero
sin obras. “Él corta todos mis sarmientos
que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía”. Al que así
se comporta, el Padre lo cortará de la
Vid-Jesús. El Padre, que ejerce el gobierno y providencia exterior, consumará
la separación que, culpablemente, tenga ese sarmiento. Es efecto de la fe sin
obras, que es fe muerta (Sant 2:17). La fe que no opera
por la caridad (Gal 5:6). “Él corta
todos mis sarmientos que no dan fruto” en la pérdida paulatina
de la fe.
3. EL QUE NO PERMANECE EN MÍ, ES COMO EL SARMIENTO QUE SE TIRA Y SE SECA
Dice
Jesús: “Pero el que no permanece en mí,
es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al
fuego y arde”. Se hace ver la libertad del hombre y la culpabilidad de
su no cooperación a la gracia, “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho
fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Por coherencia con el mensaje
de Jesús queda salvo el caso en que el sarmiento desprendido pueda ser nuevamente
injertado; lo que sería aquí el arrepentimiento.
4. AL QUE DA FRUTO, LO PODA PARA QUE DÉ MÁS TODAVÍA
Pero
hay otra forma de estar unido a Jesús: por la
fe, el bautismo y la fructificación en obras.
Al que así está, el Padre lo poda
para que dé más
todavía. Cuando en las vides los sarmientos son excesivos, hay que podarlos
para que la demasiada proliferación no reste vigor a la savia. A su semejanza
se hará con el fiel sarmiento que poda, se le quitarán los obstáculos
que le impiden a la savia de la gracia fructificar y expansionarse. Se enseña aquí entonces la gran doctrina de
las purificaciones, en general, será el
negarse a sí mismo o todo lo que es apego
egoísta e impedimento a la fructificación de la gracia.
5. USTEDES YA ESTÁN LIMPIOS POR LA PALABRA QUE YO LES ANUNCIÉ
La
doctrina general — sapiencial — encuentra en al decir; “Ustedes ya están
limpios", es una aplicación directa a los apóstoles. La
obra de purificación a que aludió evoca la
limpieza en que ellos estaban a la hora del lavatorio de los pies (Jn 13:10).
6. PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO EN USTEDES
Este
verbo, permanecer, es un término muy propio de
san Juan. Lo usa 40 veces en su evangelio y 23 en su primera epístola. Y
formula aquí con él la íntima, permanente y vital unión de los fieles
con Jesús. Es la palabra que usa para
expresar el efecto eucarístico de
unión: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en
mí, y yo en él.” (Juan (SBJ) 6, 56-57). Lo esencial es estar unidos a Jesús, así
es como dice, “porque separados de mí, nada pueden hacer”, siendo esta es la
sentencia fundamental de todo el fragmento.
Este
es uno de los textos donde se enseña la absoluta necesidad
de la dependencia sobrenatural de
Jesús. “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”. El
pensamiento progresa. No solamente sin
la unión a Jesús no se puede nada
— aspecto NEGATIVO —, sino que, permaneciendo en El — aspecto POSITIVO —, se da
mucho fruto.
La acción de la savia-gracia tiende a expansionarse. Cuando el cristiano
responde a las mociones de la misma, da fruto y el Padre le poda para que se
expansione más la gracia, dé mucho fruto.
7. SI USTEDES PERMANECEN EN MÍ Y MIS PALABRAS PERMANECEN EN USTEDES.
Dice
Jesús: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo
que quieran y lo obtendrán”,
En esta promesa, Jesús nos da la clave para permanecer unidos a El, esta unión
es con el recurso de la oración.
El nos oye. Pues es oración que se hace permaneciendo unidos a Jesús, y,
movidos por su savia.
8. LA GLORIA DE MI PADRE CONSISTE EN QUE USTEDES DEN FRUTO ABUNDANTE.
Es
decir, en esto será glorificado mi
Padre: en que ustedes den fruto. La
misión de Jesús es
glorificar al Padre. La glorificación,
pues, del Padre está justamente en esto, que demos muchos frutos. Es la
valoración a la opción por el MAGIS, sea general, sea, en concreto, a la de
EMPRENDER LA PROPIA MISIÓN APOSTÓLICA. Por eso dice: “y así serán
mis discípulos”
El
fruto que Dios espera de nosotros, es una vida
fiel al amor. Nosotros, principalmente por
el bautismo, estamos injertados a Jesús, somos sus sarmientos, de El tomamos la
savia, que es la vida divina,
la gracia santificante. Pero tal como crece el sarmiento, ese crecimiento lo
debemos hacer en Jesús. Crecer en Jesús, es permanecer en El, es tener vida
intima con El, cobrando conciencia
de que El Vive en nosotros y nosotros en El.
Cristo Resucitado, viva en sus
corazones
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