martes, 5 de mayo de 2015

Miércoles 6 Mayo
Juan 15,1-8
"El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante"
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he hablado; permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que deseen, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que den fruto abundante; así serán discípulos míos."
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En ésta parábola Jesús nos describe en forma muy gráfica y fácil de entender lo que está en juego cuando le permitimos a él promover en nosotros una intimidad que nos hace “permanecer en él”. Permanecemos en él cuando amamos a Dios y al prójimo como él
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Nos acompaña para esta reflexión Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1.         YO SOY LA VERDADERA VID Y MI PADRE ES EL VIÑADOR.
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Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Jesús se presenta como la verdadera vid. Es vid verdadera en cuanto se trasladan a él, en el orden espiritual, las propiedades de la vid. Al Padre se lo representa como el que trabaja esta viña: el viñador. Lo que aquí se quiere expresar es que Jesús, Dios-hombre, influye directamente, por la gracia, en los sarmientos. El Padre, en cambio, es el que tiene el gobierno y providencia exterior de la viña.

2.           PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO EN USTEDES
El tema central es la necesidad de estar unidos a Jesús; “Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes”. Pero hay dos modos de estar unidos a Jesús.
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Un modo es por la fe, bautismo, pero sin obras. “Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía”. Al que así se comporta, el Padre lo cortará de la Vid-Jesús. El Padre, que ejerce el gobierno y providencia exterior, consumará la separación que, culpablemente, tenga ese sarmiento. Es efecto de la fe sin obras, que es fe muerta (Sant 2:17). La fe que no opera por la caridad (Gal 5:6).  “Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto” en  la pérdida paulatina de la fe.

3.           EL QUE NO PERMANECE EN MÍ, ES COMO EL SARMIENTO QUE SE TIRA Y SE SECA
Dice Jesús: “Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde”. Se hace ver la libertad del hombre y la culpabilidad de su no cooperación a la gracia, “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Por coherencia con el mensaje de Jesús queda salvo el caso en que el sarmiento desprendido pueda ser nuevamente injertado; lo que sería aquí el arrepentimiento.
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4.           AL QUE DA FRUTO, LO PODA PARA QUE DÉ MÁS TODAVÍA
Pero hay otra forma de estar unido a Jesús: por la fe, el bautismo y la fructificación en obras. Al que así está, el Padre lo poda para que dé más todavía. Cuando en las vides los sarmientos son excesivos, hay que podarlos para que la demasiada proliferación no reste vigor a la savia. A su semejanza se hará con el fiel sarmiento que poda, se le quitarán los obstáculos que le impiden a la savia de la gracia fructificar y expansionarse.  Se enseña aquí entonces la gran doctrina de las purificaciones, en general, será el negarse a sí mismo o todo lo que es apego egoísta e impedimento a la fructificación de la gracia.
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5.           USTEDES YA ESTÁN LIMPIOS POR LA PALABRA QUE YO LES ANUNCIÉ
La doctrina general — sapiencial — encuentra en al decir; “Ustedes ya están limpios", es una aplicación directa a los apóstoles. La obra de purificación a que aludió evoca la limpieza en que ellos estaban a la hora del lavatorio de los pies (Jn 13:10).

6.           PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO EN USTEDES
Este verbo, permanecer, es un término muy propio de san Juan. Lo usa 40 veces en su evangelio y 23 en su primera epístola. Y formula aquí con él la íntima, permanente y vital unión de los fieles con Jesús. Es la palabra que usa para expresar el efecto eucarístico de unión: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.” (Juan (SBJ) 6, 56-57). Lo esencial es estar unidos a Jesús, así es como dice, “porque separados de mí, nada pueden hacer”, siendo esta es la sentencia fundamental de todo el fragmento.
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Este es uno de los textos donde se enseña la absoluta necesidad de la dependencia sobrenatural de Jesús. “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”.  El pensamiento progresa. No solamente sin la unión a Jesús no se puede nada — aspecto NEGATIVO —, sino que, permaneciendo en El — aspecto POSITIVO —, se da mucho fruto. La acción de la savia-gracia tiende a expansionarse. Cuando el cristiano responde a las mociones de la misma, da fruto y el Padre le poda para que se expansione más la gracia, dé mucho fruto.
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7.           SI USTEDES PERMANECEN EN MÍ Y MIS PALABRAS PERMANECEN EN USTEDES.
Dice Jesús: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”, En esta promesa, Jesús nos da la clave para permanecer unidos a El, esta unión es con el recurso de la oración. El nos oye. Pues es oración que se hace permaneciendo unidos a Jesús, y, movidos por su savia.

8.           LA GLORIA DE MI PADRE CONSISTE EN QUE USTEDES DEN FRUTO ABUNDANTE.
Es decir, en esto será glorificado mi Padre: en que ustedes den fruto. La misión de Jesús es glorificar al Padre. La glorificación, pues, del Padre está justamente en esto, que demos muchos frutos. Es la valoración a la opción por el MAGIS, sea general, sea, en concreto, a la de EMPRENDER LA PROPIA MISIÓN APOSTÓLICA. Por eso dice: “y así serán mis discípulos
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El fruto que Dios espera de nosotros, es una vida fiel al amor. Nosotros, principalmente por el bautismo, estamos injertados a Jesús, somos sus sarmientos, de El tomamos la savia, que es la vida divina, la gracia santificante. Pero tal como crece el sarmiento, ese crecimiento lo debemos hacer en Jesús. Crecer en Jesús, es permanecer en El, es tener vida intima con El, cobrando conciencia de que El Vive en nosotros y nosotros en El.
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Cristo Resucitado, viva en sus corazones



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