información:queridos(as) amigos (as) de nuestro blog familiaridadcondios, les notifico que a partir del día próximo 15 de mayo vamos a tomarnos un tiempo de descanso durante el cual no publicaremos el blog. los remito a las otras páginas web que cumplen también el objetivo de acompañarnos diariamente con materia para la oración . cuando regresemos con este u otro formato, se lo notificaremos por facebook y correos electrónicos. infinitas gracias por su acogida. miguel matos s.j
Miércoles 13 Mayo
- Juan 16,12-15
"El Espíritu de la verdad los guiará hasta la verdad plena"
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por
decirles, pero no pueden cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no
será suyo: hablará de lo que oye y les comunicará lo que está por venir. Él me
glorificará, porque recibirá de mí lo que les irá comunicando. Todo lo que tiene
el Padre es mío. Por eso les he dicho que toma de lo mío y se los
anunciará."
Camilo Valverde Mudarra
Jesucristo ha subido al Padre y envía al Espíritu Santo a confirmar a sus discípulos en la verdad; y a profundizar gozosamente en el conocimiento de Jesús y sus enseñanzas. Les está
enunciando la Santísima Trinidad, que, velando siempre por ellos, les traerá la verdad que han de
revestir y difundir. El misterio de la Trinidad es la realidad de un Dios-Comunidad que se hace presente en la historia. Es la realidad de
un Dios familia, que se comunica, que entrega su propia vida. Por eso ESTA REVELACIÓN
nos tiene que ayudar a quitar la idea de ese Dios alejado, autosuficiente, dominador
y solitario. Nuestro Dios es un Dios cercano,
que nos invita a formar parte de su familia. Es cierto que,
cuando se han de expresar los actos, la ternura y la vida de Dios, las palabras
se quedan pequeñas; y verdad que el ser de Dios es casi imposible de definir. Dios Padre nos
ha querido salvar a través de la entrega de su Hijo y nos ha dado el regalo del
Espíritu Santo para ser protagonistas en la historia de la salvación.
El amor comienza en el Padre, que entrega al Hijo a la Cruz, y sigue en el Hijo, que acepta el cáliz que le ha preparado
su Padre; por eso el Hijo, al enseñar su camino, ha dicho que la senda es
estrecha (Mt 7,14). En su gran amor, el amor más grande, Él tenía que morir,
muere el que más ama. Quien no ama no quiere morir, y esto cada día, cada instante. Si amo, lo mejor para
ti; si amo, he de estar en la cruz. En un mundo en que sólo se busca el placer
y el poder, el poder porque facilita el placer, en este mundo frío por la
injusticia y desamor, los cristianos, familia de Dios Amor, tenemos marcado el
deber de incendiarlo de amor, inundarlo de justicia y rebosarlo de paz.
Estas tres obligaciones son el distintivo y la señal fehaciente de nuestro
Cristianismo. El que no se sienta implicado en esta militancia, no es cristiano,
el que no milite en este cometido no es seguidor de Jesucristo, no ha entendido
ni una palabra del Evangelio. La verdad plena que trae el Espíritu es confirmar
la verdad grande del Amor, “Dios es amor” (Jn 4,8). El cristiano ha de estampar
en su frente el Nuevo Mandamiento y llevarlo a todos los rincones de la
conciencia del hombre, para imponer el amor y reventar el egoísmo,
la ambición y la codicia.
La Iglesia cree en la Trinidad porque esta es la verdad revelada
por Cristo. La dificultad de comprender el misterio de la Trinidad es un
argumento a favor, no en contra, de su verdad. Ningún hombre podría haber ideado este misterio.
Intuimos que, Dios no puede ser más que uno y trino. No puede haber amor más
que entre dos o más personas; si “Dios es amor”, debe haber en Él uno que
ama, uno que es amado y el amor que los une. Dios es único, pero no
solitario. Si Dios estuviera absolutamente solo, ¿a quién amaría?, ¿Tal vez
a sí mismo? Entonces su amor, sería egoísmo, o narcisismo.
La entrañable enseñanza de vida que nos lega la Trinidad, estriba en que
este misterio es la afirmación de que se puede ser igual y diverso: iguales
en dignidad y diversos en características. Es necesario aprender
esto, para vivir en este mundo. Podemos ser diversos en color de la piel,
cultura, sexo, raza y religión y a la vez, gozar de igual dignidad, como
personas humanas. Esta enseñanza tiene su primera y más natural aplicación en
la familia, que ha ser un reflejo terreno de la Trinidad. Está formada por
personas diversas por sexo y por edad, y sus consecuencias: distintos
sentimientos, diversas actitudes y gustos. El éxito de un matrimonio y de una
familia reside en saber administrar esta diversidad y tender a una unidad de amor, de
intenciones, de colaboración. En fin, creer en la Trinidad, tener fe en Dios
Padre, Hijo y Espíritu, consiste en vivir en comunión, en familia al cobijo de Dios Trino, como retoños
de tres ramas. Viviendo como hijos del Padre –“todo lo que tiene el Padre es
mío”–; caminando tras las huellas del Hijo; y dejándonos guiar –“los guiará
hasta la verdad plena”– por el Espíritu.
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