Jueves
14 Mayo
Juan 15,9-17
" De modo que lo que pidan al Padre en mi nombre se lo dé "
" De modo que lo que pidan al Padre en mi nombre se lo dé "
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así los he amado
yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor;
lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor. Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría
llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los
he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Ustedes sois mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos,
porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes los llamo amigos,
porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer. No son ustedes
los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he destinado para que
vayan y den fruto, y su fruto dure. De modo que lo que pidan al Padre en mi
nombre se lo dé.. Esto les mando: que se amen unos a otros."
Una
vez más Jesús nos
incita a la oración de petición. En otra parte nos lo había dicho:”Pidan y
recibirán…hasta ahora no han pedido nada…”(Juan 16,24)
La pregunta que
nos viene a la mente con ocasión de estas exhortaciones de Jesús es: Si el
Señor sabe lo que necesitamos, por
qué incitarnos a que se lo pidamos
El pedir algo
tiene una serie
de connotaciones muy propias de la experiencia
religiosa. En primer lugar, es un incuestionable ejercicio de humildad.
Es confesarse indigente, necesitado
En segundo
lugar, es una muestra de confianza. Se pide cuando se tiene esperanza de ser escuchado. Cuando se percibe
al destinatario de nuestra petición como sensible a nuestras
necesidades
En tercer
lugar, al pedir, movilizamos todo nuestro ser en la dirección de la cosa pedida de manera que en cierto sentido al pedir ya
comenzamos a disfrutar de aquello que pedimos
¿ Y cuál es la mejor
forma de pedir al Señor ? Al pedir
debemos estar dispuestos a recibir de el Señor aquello que sea su voluntad que sabemos que será lo que más nos conviene ya sea que lo entendamos o no
Cuando pidamos
no “tentemos al
Señor”. Cuando pidamos al Señor cosas con las que
queramos llevarlo a contradecir las leyes normales de la naturaleza y sentirnos dignos de excepciones, debemos estar claros que estamos pidiendo un MILAGRO lo cual es una
señal de inmensa confianza, pero que está claro que las razones
para pedir esto tienen que ser razones de gran peso
Jesús es también aquí nuestro
ejemplo. Jesús pide al Padre en los momentos más fuertes de su vida. “Padre,
pase de mí este caliz”. Pero inmediatamente dice “Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”
Lucas 22, 42
En otra ocasión, Jesús nos invita a pedir cosas de
importancia tan obvia como cuando nos dice “Pidan al Señor
de la mies que envía obreros a su mies”. Mateo 9, 37. Esta oración recoge las condiciones que hemos señalado
como propias de la mejor oración
Nuestra oración debe tener este telón
de fondo:“Sin tu voluntad,
nada Señor, pero con tu voluntad, lo que quieras, como quieras, cuando
quieras, donde quieras.”
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