Viernes
4 septiembre
"
Nadie echa vino nuevo en odres viejos "
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los
fariseos y los escribas: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y
los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber."
Jesús les contestó: "¿Quieren que ayunen los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces
ayunarán." Y añadió esta parábola: "Nadie recorta una pieza de un
manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la
pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el
vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino
nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está
bueno el añejo.
En nuestra vida de seguimiento de
Jesús muchas veces se da la situación a la que hace referencia esta frase:
queremos echar vino nuevo en odres viejos
Queremos estar con “dios y con el
diablo” al mismo tiempo: que Dios se acomode
a nuestros odres viejos
De repente una llamada de Dios nos
conmueve, pero no queremos dejar otras esclavitudes
pequeñas y grandes
Algunas veces incluso son ideas
religiosas que no cuadran con
la radicalidad del evangelio
Si nosotros creemos, por ejemplo, que
Dios funciona con el intercambio de
méritos. O sea que a Dios podemos ganárnoslo a base de acumular
méritos. La espiritualidad que nace de esa concepción será un vino nuevo en
odres viejos
Si creemos que podemos estar en una
relación excelente con Dios mientras mantenemos relaciones
deficitarias con el prójimo, esa
espiritualidad será un intento fallido de echar vino nuevo en odres viejos
Si creemos que podemos mantener una
fidelidad a un orden de cosas en las que no
hay lugar para el Reino de
Dios, nuestra espiritualidad será un esfuerzo para hacer coincidir dos cosas
que son incompatibles
Y así podemos enumerar muchas
situaciones. El vino nuevo que el Señor nos da
solo se hace bebida deliciosa en odres que se abran
absolutamente a la voluntad de Dios
Ese vino necesita que nuestra
realidad pronuncie de manera rotunda un: solo
Dios basta. Así seremos odres nuevos
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