Lunes 8
febrero 2015
Mateo
13:44-46
44 «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.»
45 «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,
46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
El
Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido. Quiere decir que es algo
que no está siempre visible. Que hay que buscarlo
Y
efectivamente es así: el reino algunas veces no aparece por ningún lado y
podemos llegar a impacientarnos e incluso a desesperarnos porque pasa el tiempo
y no lo vemos
Allí es
donde interviene la fe que es la virtud de creer en lo que no vemos, pero basados
en la confianza que tenemos en un Jesús que en algunos momentos tampoco vemos
Y así
tiene que ser porque si Jesús siempre nos fuera visible y el reino lo encontraramos
en cada vuelta de la esquina, no valoráramos en sus justas proporciones las
realidades divinas
No es
que Dios nos quiera probar.Dios no prueba. Ya sabe hasta dónde podemos dar.
Dios simplemente permite que las cosas sigan su evolución normal y las cosas
pasen cuando deben de pasar. Con razón es tan popular el dicho de que “el
tiempo de Dios es perfecto”
Cuando
se nos dan las cosas entonces las agradecemos de todo corazón porque calzan con
nuestras necesidades y expectativas
Lo que
sí es importante es que tengamos esperanza.Recordar el dicho que nos trasmite
Tony de Mello “¿Qué puedo hacer para que amanezca? Nada, sino esperar.Con una
espera activa que se nutre de oración.
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