MIERCOLES 24 JUNIO
Acabo de escribir este artìculo y lo expongo a su consideraciòn
LOS AUGURIOS SOBRE EL
PAPA FRANCISCO: ¿SISMA O PURIFICACIÒN DE LA FE ?
miguel matos s.j
Lo menos que puede decirse sobre las
palabras, los gestos y las decisiones del Papa Francisco es que son
desconcertantes si se comparan con el càlculo, la prudencia y fina diplomacia
de los pontífices inmediatamente anteriores.
Sectores mayoritarios del
catolicismo se encienden de entusiasmo con cada uno de esos pronunciamientos.
Gruesos ambientes para los que el catolicismo de los últimos tiempos había
superado sus niveles de tolerancia, respiran profundo y se sienten como si
hubieran sido salvados antes de exhalar los últimos suspiros. Pero de la otra
orilla comienzan a superarse los primeros síntomas del aturdimiento y se
escuchan ya agrios, prepotentes y escandalizados posesionamientos contrarios al
pontìfice.
¿ Estamos a las puertas de un sisma
? No es la primera vez en estos últimos años que se habla en estos términos.
Pero, a estas alturas de la historia del cristianismo, en un mundo con tanto
pluralismo, no se dan las condiciones para esas rupturas demasiado excluyentes
y dramáticas que acompañan a un sisma.
Para bien o para mal, en este
catolicismo de hoy cabemos todos. Se siente cómodo en su catolicismo el
ultraconservador Jeb Bush, precandidato republicano a la presidencia de los
Estados Unidos y hermano de George Bush, quien dice comentando la Encìclica
“Lodato Si”, que en materia económica no piensa seguir el consejo de ningún
cura, obispo o papa; y al otro lado del océano , se siente cómoda en su
catolicismo la brillante Teresa de Forcades ,la monja benedictina cuya meta no es otra que ser la Ada Colau de Cataluña y presentarse a las elecciones del próximo 27-S con los mismos partidos
con los que la alcaldesa de Barcelona se presentó a las elecciones del pasado
24 de mayo
Pero ,debe quedar claro que “no es para bien” eso
de que “aquí
cabemos todos” y eso es lo que , de seguir en
su estilo el Papa Francisco, esa
camuflajeada traición a lo
autèntico cristiano, tiene que desaparecer. Y no va
a
desaparecer por la vìa de ningún sisma, sino por la vìa de
desenmascarar
valientemente en las esferas màs altas de
los poderes como solo lo puede hacer
Francisco, las formas
màs asquerosas de obstaculizar los màs importantes
instrumentos
para salvar la humanidad.
No puede sostenerse por màs tiempo
esa triste mediocridad que nos permite convivir cómodamente con posturas que
niegan y hacen inviable el proyecto de
Jesús. A los cristianos de hoy nos toca cerrar filas al lado de un Pontìfice
que está poniendo el dedo en llagas muy purulentas de nuestro catolicismo.
Ojalà no perdamos esta oportunidad. No es cuestión de sismas. De lo que se
trata es de que tienen que irse los que tienen que irse y tienen que quedarse
los que desean recuperar al mundo para Jesús. Hay gente en nuestro catolicismo
que tiene que plantearse, o una profunda conversión de corazón o tiene que
despedirse de esta fe que no fue propuesta para complacer a todo el mundo.
Jesús murió justamente por negarse a complacer las màs variadas expectativas.
El espectáculo de este catolicismo tan variopinto que a todos complace por
igual es la màs genuina expresión del haber perdido la sal, del haber querido
poner parches nuevos en ropa vieja.
Vivimos tiempos de “Principio y Fundamento”. No
se trata de celebrar frívolamente el talante innovador de Francisco y seguir
como si no pasara nada. “Cambiar todo para que nada cambie” Se trata de meditar
cada gesto de Francisco desde aquellas palabras de Jesús: “Fuego he venido a
traer a la tierra y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo…¿creen ustedes
que yo he venido a traer paz a la tierra ?. Pues no, sino la división. En
efecto, de ahora en adelante en una casa de cinco personas, habrá división de
tres contra dos…” Lucas 12,49-52.
El tiempo de Francisco es tiempo de inflexión
dentro del cristianismo . A pesar de tantas señales controversiales y antagónicas,
este es un tiempo de gracia. El ser humano está màs abierto a la trascendencia
que lo que estaba , por ejemplo , en una buena parte del siglo pasado. La
palabra de Francisco es palabra de alerta roja. No de ese tipo de alerta
efectista, titiritesca y espectacular con la que quieren mantenernos asustados algunos
los hermanos evangélicos. Nada de shows apocalìpticos. Me
viene a la memoria aquella frase que en castellano dice así “Teme a Jesús que
viene y que quizás no regresa” . Nadie nos garantiza de que si no aprovechamos
este tiempo de gracia no nos va a ganar la pelea la “globalización” de la
indiferencia y del nihilismo. Miguel Matos s.j
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